Por Joan Torres 2 Comentarios Actualizado a septiembre 16, 2024
El siguiente artículo es una narración de mis aventuras sobre mientras hacía autoestop por Arabia Saudita. Para consejos sobre cómo visitar el país, te aconsejo que leas Cómo viajar a Arabia Saudita
Íbamos a 185km por hora.
Ya sé que tampoco hay para tanto, pero cuando vas adelantando por derecha y izquierda, por el arcén, en plan Need for Speed, en un coche sin cinturones de seguridad, pues que quieres que te diga… a mí me cagaba lo suyo…
Yo estaba en el asiento del copiloto, apretando fuertemente mi cuerpo contra el asiento, intentando agarrarme a lo que fuese y con una sonrisa ultra-falsa y tensa para evitar parecer nervioso.
Me miraba aquel saudí de reojo, que parecía estar muy tranquilo, más que nada porque llevaba viendo vídeos de YouTube en su móvil desde que salimos, sin apenas parar atención alguna a la carretera.
A veces, sin bajar la velocidad ni dejar de adelantar, se ponía los brazos detrás de la cabeza y conducía con las rodillas.
Parecía que lo tenía todo bajo control. Debería de tranquilizarme?
De vez en cuando, levantaba el teléfono para hacerse un selfie vídeo con Snapchat. Nada, vídeos cortitos, de unos pocos segundos.
Mira a la cámara! jajaja
Yo saludaba a la cámara con mi sonrisa falsa, aunque no podía evitar quitarle ojo a la carretera.
Tras unos minutos de silencio, así para romper el hielo, al ver que había ropa militar en la parte trasera de su coche, le dije:
Eres militar?
Como respuesta, se sacó una pistola de la guantera de su coche y, sujetándola con la mano derecha, me dijo:
Claro, soy del ejército, jajajajaja
Por fortuna, se la guardó a su izquierda y durante un buen rato, volvimos a la rutina de conducir a 185km por hora mientras veía vídeos en Youtube.
Saudí – Mi padre y unos de mis hermanos murieron de un accidente de coche. En dos accidentes separados.
Yo – Oh, lo siento – Aunque para nada reconfortante, pensé.
Yo – Entonces deberías de conducir con cuidado 😉 – Le dije en plan indirecta, a ver si por fin se calmaba.
Saudí – jajajaja
Estábamos a 30km de su ciudad, que era donde supuestamente me iba a dejar, para yo continuar con mi viaje.
Yo quería bajarme ya… pero decidí aguantar los kilómetros restantes.
Sin embargo, cuando parecía que ya nada más podía pasar, por el retrovisor vi que se acercaba un 4×4 a toda velocidad que además, se alineó a nuestra derecha, empezando a gritar como un loco.
El saudí de mi coche le siguió el rollo, bajó la ventanilla y empezó:
Saudí – Hey fuck you, fuck you, jajajaja – Le gritaba en inglés, levantando el dedo del medio.
Saudí – Es mi hermano, jajajaja
De repente, se pusieron a jugar a hacer carreras.
Saudí – Mi hermano está loco, jajaja. Seguramente vaya borracho. Bebe todos los días.
No sabía si creérmelo, pero definitivamente, su hermano estaba todavía peor.
Cuando llegamos a su pueblo, nunca antes había estado tan contento de tocar tierra.
Me dijo que si quería ir a su casa a tomar café, que después de comer iba a ir a no sé donde con el coche, en mi dirección, pero le dije que no, que gracias, que quería llegar a Abha cuanto antes.
Ni que me pagasen me volvería a subir con aquel loco.
Bienvenidos a Arabia Saudita
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Lee: Ruta de 2 semanas por Saudi
Te reíste?
Sí, claro, yo también me estoy riendo ahora mismo, pero en aquel momento no me hizo puta gracia.
Después de estar por tantos lugares en Oriente Medio y demás países asiáticos con no muy buena reputación en cuanto a la conducción, finalmente pude afirmar que Arabia Saudita tiene a los conductores más enfermos del planeta.
Pero el problema no es que conduzcan rápido, que sí, sino que son unos temerarios.
No le tienen medio a la muerte porque conducen a 180km por hora, y van cambiando de carril sin mirar ni preocuparse de quién pueda venir detrás.
Es un rasgo cultural muy particular.
Durante mi viaje conocí a muchísimos locos, sobretodo en las afueras de las ciudades y el problema está en que, si haces autoestop, muchos de ellos podrían ser tu compañero de viaje potencial.
Además, parece que todas las ciudades de Arabia Saudita están siempre conectadas por auto-vías de varios carriles, por lo que los conductores tienen vía libre para hacer lo que quieran y tú, pues tienes que esperarte en una de estas autovías.
Y te preguntarás: Y cómo puede alguien parar yendo a tal velocidad?
Bueno pues porque cuando me veían se daban la vuelta a la que podían, y claro, pues tú te subes, como me pasó a mí con el militar de la introducción.
Yo me recorrí un total de 1.300km haciendo autoestop y como imaginarás, pues me subí con mucha gente. Según mis cálculos, diría que el 50% conducían normal, un 35% bastante rápido y luego había un 15% de putos locos.
Fue una aventura que mola contar, pero no es algo que volvería a hacer.
Lee: Viajar a Arabia Saudita como mujer
Por una parte, puedes tener algunas de tus peores experiencias como autoestopista, pero por otra, puedes tener algunas de las más mejores de tu vida como viajero.
Dejadme que os presente a mi amigo Abdullah.
Me encontraba esperando en el arcén de la calle principal de Kharj.
Desde lejos, vi a un hombre que me gritaba mientras hacía un cambio de sentido.
Lo típico. Saudís que te ven de lejos y que hacen un cambio de sentido sólo para saludarte.
Se me acercó, se paró y me dijo: Hola, a dónde vas?
Yo – Bueno, mi destino final es Jizan (estaba a más de 1.000km), pero voy en esta dirección. Tú a dónde vas?
Abdullah – Yo no me iba a ninguna parte, pero te puedo llevar hasta la siguiente ciudad, si quieres.
La siguiente ciudad se llamaba Hotat Bani Tamim y estaba a 80km de Kharj, así que aquel hombre estaba dispuesto a conducir 160km por pura diversión, porque era una persona amable y porque quería mostrarme su hospitalidad.
Abdullah era un profesor de inglés y un saudí muy tradicional que seguía la cultura y el islam al pie de la letra.
Era uno de aquellos hombres que con sólo verles la cara y la manera en que te habla, sabes que es una persona bondadosa.
Estuvimos hablando durante todo el viaje de muchos temas diferentes. Me enseñó varias cosas acerca de la interpretación del islam en Arabia Saudita, cosas que me abrieron los ojos y que me hicieron comprender mejor su punto de vista.
Al llegar a Hotat Bani Tamim, yo pensaba que me iba a dejar en algún lugar cómodo para hacer autoestop.
Abdullah – No, no te vas a marchar hasta que tomemos café. Ahora llamaremos a un amigo mío que vive aquí.
Con su amigo, nos fuimos a su granja de palmeras y animales. Me dieron un tour, tomamos café, nos reímos y cuando parecía que ya estábamos, me dijeron:
Abdullah – No, no te puedes marchar sin antes comer.
Nos trajeron un plato gigantesco de mandi de un restaurante y después de comer el postre y un poco de té, me dijo:
Abdullah – No, no te puedes marchar hasta que no te enseñemos su granja de camellos.
No me importaba llegar tarde a mi destino.
Lo que me importaba era poder vivir, de muy cerca, la vida rural de Arabia Saudita, muy diferente de la de Yeda y Riad, y extremadamente diferente de la que nos pintan los medios y el documental aquel de Netflix.
Aquella experiencia no tenía precio y de no haber hecho autoestop, jamás los hubiese conocido.
Lo he repetido muchas veces, pero lo volveré a decir.
La gente de Arabia Saudita es tan hospitalaria como la que encuentras en Irán, Pakistán o Omán, sin lugar a duda.
Abdullah es con quien tuve la mejor experiencia, pero es que como él, pues conocí a muchas otras personas.
Otro ejemplo digno de mencionar fue Ibrahim.
Acababa de llegar a Abha, a 1,000km al sur de Riad.
Estaba merodeando por el mercado con la mochila todavía cargada a mis espaldas, todavía sin saber dónde iba a pasar la noche.
Eh! Traes un paracaídas? – Me iba repitiendo la gente
Es una barca hinchable lo que traes ahí? – Me dijo uno.
Tales reacciones me hicieron llegar a la conclusión de que me encontraba en un destino realmente inédito para mochileros.
Mientras me daban a probar todas las mieles del bazar hasta la náusea, se me acercó un tal Ibrahim.
Estuvimos charlando durante un buen rato, como 15 minutos, cuando me dijo:
Tú esta noche te quedas a mi casa y mañana te llevo de tour.
Fuimos a comer pescado, nos quedamos a dormir en casa de sus amigos y, al día siguiente, me llevó por las montañas de Abha, comimos de nuevo con sus amigos y la verdad es que tuvimos un día realmente increíble.
Una hospitalidad extrema.
Ibrahim era apicultor y, por lo que se ve, era uno de los más famosos de Arabia Saudita. De hecho, ganó el premio a la tercera mejor miel de todo Asia en la convención más importante del sector, que se celebraba en Malasia.
Era también un Saudi de familia tradicional. De hecho, su padre era un Imam muy importante en la región. Sin embargo, sorprendentemente para un hombre de este perfil, estaba casado con una chica filipina con quien tuvo una hijita, lo cual mantuvo en secreto durante mucho tiempo, pero esto sería otra historia.
Los iraníes son también un pueblo incomprendido, pero antes de visitar a Irán, ya había oído hablar acerca de su famosa hospitalidad, así que no terminé de sorprenderme.
De Arabia Saudita, sin embargo, no había oído nada salvo las distorsiones de la realidad que cuentan los medios y la opinión de viajeros quienes habían ido allí por motivos de negocio que, por supuesto, no me fío un pelo de su criterio.
Así pues, cuando vi todas aquellas muestras de hospitalidad pues me quedé francamente sorprendido.
Ibrahim y Abdullah no eran una excepción.
Aquellos hombres eran los típicos saudíes de familia y valores tradicionales, buenas personas, con una cultura extremadamente opuesta a la nuestra y que, como persona atea, pues no comparto, pero la respeto y de alguna manera, puedo llegar a entender su punto de vista.
Algunos saudíes de hecho, te contarán simples rasgos de su cultura que para un occidental, pueden traducirse literalmente en historias muy locas, como cuando conocí a aquellos chavales de Jizan.
En Jizán, una de las áreas más remotas de todo Saudi, conseguí quedar con un grupo de jóvenes gracias a Couchsurfing.
Me llevaron de excursión a la montaña.
Como acostumbra a suceder en este país, estos saudíes eran la mar de agradables, pero realmente poseían ciertos rasgos culturales que no podían dejarte indiferente.
Por ejemplo, todos ellos tenían como mínimo 15 herman@s, y uno de ellos tenía hasta 25.
Algunos eran hijos de la misma madre y padre, mientras que otros tenían diferentes madres, ya que sus padres tenían 2 o 3 mujeres (a la vez).
La verdad es que ésto es algo que sucede en el mundo musulmán, pero en la gran mayoría de países no es que sea muy común que digamos, pero en esta parte de Arabia parecía ser lo normal.
Fui a casa de uno de estos chicos, quien vivía en una mansión de 3 pisos.
Joven saudí – Pues aquí vivimos todos y a veces cuando uno de mis hermanos se casa, también sigue viviendo aquí con su mujer.
El tío hasta perdió la cuenta de cuántas personas viven en la casa, pero decía que más de 30.
Yo – Y alguna vez hablas con tus cuñadas?
Joven saudí – No, no, nunca. De hecho, nunca les he visto ni la cara, sólo con el niqab puesto.
Yo – Estás diciéndome que vives con tus cuñadas y que nunca les has visto la cara, ni siquiera en una foto?
(En realidad, ya había visto esta misma situación en mi ruta por Pakistán)
Joven saudí – Exacto. Está prohibido. Sólo puedes ver a tus familiares más directos y la única excepción es cuando te prometes con una chica, ya que se te permite ver la cara de tu mujer potencial durante unos minutos, siempre y cuando ella esté de acuerdo y bajo presencia de sus padres. De hecho, yo me prometí hace unos meses, así que puede ver la cara de quien sería mi mujer y dado a que nos gustamos y nuestros padres estuvieron de acuerdo, pues nos vamos a casar el año que viene
Pues sí, decidieron casarse en una cita a ciegas de 5 minutos y no volverán a verse hasta el día de la boda.
En esta región de Jizan, no vi a una sola mujer que no llevase el niqab puesto y dado a que aquel chico apenas había salido de la región, sólo un par o tres de veces para ir a Yeda, me pregunté si alguna vez había visto la cara de una chica antes de viajar fuera de Jizan.
Yo – A qué edad viste la cara de una chica saudí por primera vez?
Joven saudí – Bueno, hay algunas mujeres en Jizan que no se cubren, pero no es algo muy positivo, ya que va contra todos nuestros valores religiosos.
Aquel chaval, junto con la mayoría de la gente de la región, creían firmemente en todos estos principios, pero yo estaba contento de escucharle porque esta es su cultura y como viajeros, pues tenemos que respetarlo y jamás interferir en su manera de vivir.
Después de volver de mi viaje y de subir todas mis fotos en Instagram y escribir alguna que otra historia, recibí una gran cantidad de mensajes de odio por parte de muchos seguidores:
Cómo puede alguien promocionar un país en donde no se respetan los derechos humanos?
Cómo se puede hablar de la gente bien de la gente que lapida a sus mujeres?
Machista!
Ignorate, que no sabes nada!
Obviamente, dichos comentarios venían de personas que jamás habían estado en Saudi y la verdad es que considero increíble que a estas alturas, la gente se crea todo lo que dicen los medios, pero supongo que es algo que nunca cambiará.
Para entenderlo mejor, lee:
Sería ético visitar Arabia Saudita?
Mitos sobre las mujeres en Saudi
Como en cualquier otra parte del mundo, encontrarás a buena y mala gente, pero te digo que los saudíes son mucho más hospitalarios que la mayoría de nacionalidades y como mochilero, tendrás una de tus mejores experiencias.
Échale también un vistazo a nuestras guías de viaje a Arabia Saudita.
Desde Siria a Pakistán, Against the Compass está finalmente organizando expediciones a los destinos más epicos.
Tenemos expediciones programadas durante todo el año.
2 comentarios
Supongo que viajar sola y siendo mujer a Arabia Saudí no será posible, a diferencia de otros países árabes, ojalá hubieran más blogs desde una óptica femenina. De todos modos tenía entendido que Arabia Saudí solo concedía visas por negocios no por turismo.
Hola Adriana,
Los visados de turistas se les otorgaban a tanto hombres como mujeres solteras.
Te recomiendo que te leas estos 2 artículos:
https://againstthecompass.com/en/travel-to-saudi-arabia/
https://againstthecompass.com/es/viajar-arabia-saudita-mujer/