Por Joan Torres 1 Comentarios Actualizado a septiembre 16, 2024
En cuanto empiezas a deambular por las calles de las favelas de Kibera, y de repente te ves rodeado por docenas de niños que se comunican contigo en un perfecto inglés, enseguida te das cuenta de que Kibera está bajo un concepto totalmente diferente al del resto de las favelas de África, Asia e incluso Latinoamérica. Porque aunque este distrito de Nairobi sea uno de los más pobres y sucios de todo el continente africano, la fuerte inversión en educación hace que también sea una de las favelas con más esperanza de todo el mundo.
Kibera es un barrio bajo de Nairobi compuesto por más de 1 millón de habitantes en una área de 2.5km cuadrados, y que se clasifica com la segunda mayor favela del mundo (después de las favelas de Johannesburgo en Sudáfrica). Su origen se remonta en el año 1,900 cuando los coloniales británicos decidieron que los africanos deberían vivir en lugares segregados de los europeos a las afueras de la ciudad. Los ingleses decidieron también separar a dichos africanos por grupo étnico, y Kibera fue el asentamiento al que los soldados nubios fueron asentados.
Durante los siguientes años, Kibera fue derivándose en una barriada baja o favela, y lo que empezó siendo un asentamiento de 600 habitantes, se convirtió en un suburbio de más de 1 millón. A día de hoy, Kibera es un barrio donde la pobreza y suciedad son una gran realidad. La tasa de paro ronda el 80%, sólo un 20% de la población dispone de electricidad e instalaciones de baños y lavabos son inexistentes. Hay problemas con las drogas, especialmente con esnifar cola, con el alcohol y el virus de la SIDA afecta al 20% de la población. Un sinfín de montañas de mierda y bolsas de basura están apilotonadas por absolutamente todas partes.
Voy a contaros la historia de un hombre llamado Richard a quien conocí cuando vivía y trabajaba en Dubai. Trabajábamos en la misma empresa y él era el director de un importante departamento. Él era keniano y había nacido y crecido en las favelas de Kibera.
Cómo puede un hombre crecido en las favelas llegar a ser el director de una multinacional europea? La gente pobre de Kenia considera dos elementos como los más importantes para disfrutar de una vida mejor: Dios y la educación. Tener una buena educación esdeviene uno de los pilares básicos de todo keniano, y Kibera no es la excepción. Aquí todos los niños hablan un perfecto inglés y son escolarizados hasta que son adultos.
Pero la educación no se limita en ir a la escuela y aprender inglés, historia y matemáticas. Su estricta imposición llega hasta los hogares en donde los padres no permiten a sus hijos regresar a casa de la escuela hasta que sus deberes no estén terminados. Valoran la educación por encima de cualquier cosa y es por esto son capaces de destinar cualquier poco recurso del que dispongan para poder proveer y facilitar los estudios a sus hijos.
Como Richard hay muchos, y estas personas son un claro ejemplo del inmenso poder que la educación puede llegar a tener para salir de la absoluta pobreza y miseria. Kibera es diferente, y te das cuenta con sólo empezar a hablar con sus habitantes.
Las favelas de Kibera son una extensión de 2.5km cuadrados. Por el medio transcurre una carretera principal, que es por donde pasan los vehículos y también en donde sucede la vida social. A derecha e izquierda, te encuetras con la zona residencial, que son básicamente cientos de miles de chabolas construidas formando calles laberínticas. Hay un río que atraviesa la carretera perpendicularmente y una vía de tren en la parte norte.
Hay montañas de mierda por todos lados y las condiciones higiénicas son nefastas. Se nota que nadie trabaja, ya que te acercas un lunes por la mañana y hay miles de personas sin hacer absolutamente nada. Las paradas de comida venden principalmente patatas fritas en aceite negro. Unos de los principales negocios es la venta de carbón, lo cual confirma que la mayoría de la población no dispone de electricidad.
La vida en este suburbio africano no puede ser peor, pero aún así los kenianos te saludan, te sonríen y ves cierto ambiente de fiesta. Sus habitantes bailan a ritmo de música africana, que se oye por todas partes. Las chicas todavía quieren lucir bien guapas, y las peluquerías abundan de mujeres que acuden a perfeccionar sus trenzas africanas. Se puede llegar a respirar el buen rollo africano en su estado más puro.
Durante años, han habido muchísimos reportes de secuestros y de crímenes con violencia. Sin embargo, esto es ya cosa del pasado y a día de hoy el barrio está relativamente pacificado. Antes de ir, intenté confirmalo con mi amigo Denis, un amigo mío keniano con quien solía trabajar. Me dijo que Lo máximo que te podría pasar es que te roben la cartera sin que te des cuenta. El único consejo que me dio es que nunca aceptase luna invitación de nadie a entrar a su casa.
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Los locales de Kibera si dividían entre los que te daban la bienvenida y te sonreían y los que se mostraban hostiles. Los niños todos era muy simpáticos y sentían una gran curiosidad por saber de dónde eras.
Ya me había pateado toda la carretera principal, había visto el río y la vías del tren. Ahora sentía curiosidad por saber qué escondían las calles de la favela. Abandoné la carretera, crucé el puente del río y me adentré en sus calles laberínticas. En la entrada, había una mujer:
– Mujer: A dónde vas?
– Yo: Nada, aquí a dar una vuelta
– Mujer: Por favor, no te pierdas
– Yo: Por qué lo dices?
– Mujer: Simplemente no te pierdas. Puede ser peligroso
– Yo: Y cuál es el peligro exactamente?
– Mujer: Simplemente no te pierdas.
Por qué tenía aquella mujer que hablar con aquel tono de adivinanzas en vez de ir al grano? Vale, intentaré no perderme. Me adentré, empecé a andar y me di cuenta de cuán fácil podía resultar desorientarse. Había multitud de caminos que conducían a diferentes partes. Era un tremendo laberinto. Decidí ir muy despacio y con mucho cuidado. De repente me encontré con no unos cuantos, sino decenas y decenas de niños jugando a diferentes cosas:
– Niños: Ei foto, foto!
Me pasé un buen rato tirándoles fotos porque no paraban de preguntármelo. Seguí andando y ellos decidieron seguirme los pasos. Me incomodaba un poco. Tendrán sólo curiosidad, o es que está planeando joderme? Algunos de los niños más mayores del grupo no decían nada y presentaban una mirada un tanto hostil. Me detuve y después de otra sesión de fotos, apareció un adulto y dijo:
– Adulto: Hola, te gustaría entrar a nuestra casa?
– Un niño: Sí, sí, ven a nuestra casa
– Yo: No gracias, ya me voy
Había llegado demasiado lejos, con lo que pensé que lo mejor sería volver. Los niños continuaban siguiéndome:
– Un niño: Ei, qué llevas en la mochila?
– Yo: Nada, ropa sucia y libros
Llevaba mi teléfono móbil y por supuesto mi Nikon colgada del cuello. Un niño me tocó la mochila, me aparté y aceleré el paso. En menos de cinco minutos estaba de vuelta al punto principal. Qué casualidad, los niños ya no querían seguir siendo amigos míos. La mayoría se habían quedado atrás.
Por razones fotográficas, sociológicas o caritativas, Kibera es un lugar excelente en el que perderse. Puedes comunicarte en inglés con prácticamente cualquier residente. La mayoría se muestran amables, pero cuidado con los que no. Pregunta siempre antes de hacer una foto, y si te adentras por la zona fuera de la carretera principal, procura no ir demasiado lejos. No hay crimen violento. Si me quisiesen haber robado la mochila a la fuerza, lo hubiesen hecho desde un muy bien principio. Intenta no traer objetos valiosos salvo lo esencial. Yo únicamente traje la cámara y el móbil.
Desde Siria a Pakistán, Against the Compass está finalmente organizando expediciones a los destinos más epicos.
Tenemos expediciones programadas durante todo el año.
One reply on “Visitando las favelas de Kibera en Kenya”
Soy un apasionado de conocer Africa,solo veo documentales, mi deseo es viajar algun dia por sudafrica,kenia,nairobi,uganda,angola que es limite con america solo el oceano los separa,este continente forma parte de los ancestros de la aparicion de la humanidad en el globo terraqueo.
Soy de Perú.
Saludos.