Por Joan Torres Deja un comentario Actualizado a abril 15, 2024
Tío, empieza a hacer vídeos, ¡vas a ganar un montón de dinero!
Joan, hazme caso, ¡tienes que centrarte en YouTube!
No te puedes imaginar la de veces que he tenido esta conversación con amigos, lectores o cualquier persona mínimamente interesada en el sector durante los últimos dos años.
Hoy en día, Internet (y más concretamente, YouTube) está inundado con toneladas de creadores de vídeo y realizadores que están creando un sinfín de vídeos de viajes inspiradores, que muy a menudo tienden a hacerse virales y alcanzan, literalmente, a millones de personas, ganando miles de $$$, y haciendo que nosotros, los blogueros de viajes, parezca que ya no estamos en la onda.
Soy plenamente consciente de todos los beneficios directos por estar en la plataforma de vídeo más popular, y creo que el vídeo es una forma genialísima de mostrar al mundo y contar a la gente sobre tus viajes, sobre todo porque viajar es supervisual, y el vídeo es la forma más eficaz de transportar a tu audiencia a un destino concreto.
Sin embargo, todavía no quiero llevar un canal de YouTube.
Quiero decir, pues claro que me gustaría tener uno de éxito (y tengo uno muy pequeño con menos de 20 suscriptores), pero en este preciso momento, tengo ambiciones y objetivos distintos.
Hoy quiero contarte por qué.
Estas son mis razones:
¿Sabes cuántas veces me han dicho:
Joan, los vídeos son el futuro, ¿por qué no estás en YouTube?
Esto es el equivalente a decirme:
Joan, te estás quedando obsoleto, ¡métete a YouTube o muere!
Sin ninguna duda, la audiencia de los vídeos de viajes está creciendo, pero la conclusión anterior está completamente equivocada, y lo está porque ambas formas de comunicación sirven para fines completamente diferentes. Ambas son válidas, pero tienen objetivos distintos.
Por un lado, la mayoría de los vídeos de viajes que existen se publican por puro entretenimiento o, en el mejor de los casos, para servir de inspiración.
Por otro lado, las entradas de blogs que reciben miles de visitantes suelen publicarse para ofrecer consejos útiles y viables, con un fin puramente práctico.
En realidad, lo veo como un proceso lógico. Primero, la gente se entera de un destino concreto en YouTube y luego lo busca en Google.
De hecho, creo que los grandes canales de YouTube me benefician indirectamente porque, cuando publican un vídeo de viajes sobre Siria, por ejemplo, que llega a cientos de miles de espectadores, los que están interesados en viajar allí, buscarán después en Google toda la información relacionada con viajar a Siria, siendo posible que encuentren mi exhaustiva guía de viaje.
Sé que algunos vloggers publican vídeos en los que dan X consejos para viajar a un determinado destino, pero es imposible que en un vídeo de 10-20 minutos puedan tratar todos los detalles y la información escrita en una guía de viajes masiva, pero ni por asomo.
Este razonamiento, sin embargo, nos da a los blogueros una lección impagable.
Si queremos formar parte del juego y sobrevivir a largo plazo, debemos centrarnos exclusivamente en servir al propósito que los vídeos de viajes no pueden, proporcionando un contenido inestimable, útil y profundo.
Cada vez que alguien me pregunta por qué demonios no estoy creando vídeos, siempre respondo:
Ojalá tuviera tiempo…
¡Claro que tienes! – Dicen algunos.
¿Sabes la enorme cantidad de trabajo que supone llevar un blog de viajes a tiempo completo?
Cuando no estoy viajando, trabajo entre 40 y 50 horas a la semana, llevando a cabo innumerables tareas que van desde la redacción de artículos hasta todo el SEO, el marketing de afiliación y las redes sociales, además de mantener todo el contenido actualizado, definir mi estrategia global, realizar cursos y enterarme de las últimas novedades y actualizaciones de los blogs, porque Internet está en constante cambio.
Trabajo casi tanto como en mi anterior trabajo corporativo, aunque delego muchas tareas que consumen mucho tiempo, como la redacción de artículos específicos, la traducción, la corrección, la edición de fotos y absolutamente todas las cosas técnicas. Aun así, mi lista de cosas por hacer es como un agujero negro.
Ahora bien, si alguna vez quisiera convertirme en vlogger, tendría que aprender muchas habilidades desde cero, y no sólo la realización de vídeos y la edición posterior, sino que tendría que aprender a gestionar toda una nueva plataforma, con todo el marketing que conlleva.
Ser YouTuber es otro trabajo a tiempo completo y ni de broma podría hacer ambas cosas, no si al menos quiero tener vida social. En realidad, creo que hay muy pocos blogs «de éxito» que también lleven un canal de YouTube «de éxito» y, si los hay, probablemente sean parejas, llevando cada uno de ellos una plataforma específica.
Aunque parezca increíble, no a todo el mundo le gusta ver vídeos, y eso me incluye a mí.
Nunca veo vídeos de YouTube, nunca. Es decir, he visto algunos de amigos y YouTubers que conozco por curiosidad, pero no los disfruto mucho porque no tengo paciencia, me aburro y prefiero leer sobre el tema.
No es nada personal, de verdad, probablemente hayáis hecho un trabajo excepcional, pero simplemente no me gusta, igual que tampoco me gusta ver documentales. ¡Eso sí, me encanta ver películas!
Y, como yo, hay muchos otros que todavía pertenecen a la vieja escuela y prefieren leer las aventuras de alguien en su blog.
Si me sigues desde hace tiempo, probablemente sepas que no soy un gran fan de las redes sociales.
Me gusta compartir algunos vídeos de viajes en curso desde las Historias de Instagram, pero aparte de eso, ya sabes que tiendo a tomarme largos descansos en las redes sociales, a veces descansos de varios meses, y eso es porque no me gusta toda la presión que implica llevar una cuenta de Instagram, siempre intentando demostrar algo a tu audiencia, lo que acaba convirtiéndote en un esclavo de ella.
Sin embargo, cuando no estoy publicando en las redes sociales, estoy trabajando duro entre bastidores, en el propio sitio web de Against the Compass, algo que disfruto de verdad, porque puedo trabajar por mi cuenta, sin absolutamente nada de presión, y la única cosa social de la que tengo que preocuparme es de enviar y responder emails, porque soy muy activo por email; muy de la vieja escuela, lo sé, pero el marketing por correo electrónico es inmensamente efectivo, mucho más que las redes sociales.
Y un concepto similar se aplica a ser YouTuber.
Por un lado, ser YouTuber también implica ser una personalidad conocida, lo que significa que, además de tu negocio/vlog, también tienes que preocuparte por tu marca personal, y eso solo añade más presión y cosas de las que preocuparse.
Por otro lado, cuando viajas a largo plazo (y a corto plazo probablemente también), tienes días buenos y días malos, igual que en la vida real. Hay días en los que te levantas con mala cara y, en ese día concreto, me pregunto cómo los vloggers tienen la fuerza y la motivación para sonreír y hablar delante de una cámara. Sé que eso solo depende de tu personalidad, pero yo desde luego no podría.
Además, viajar es mi pasión y a veces siento que ser bloguero de viajes es una mierda porque no me permite disfrutar siempre del momento, ya que me tengo que estar preocupando constantemente de hacer las fotos adecuadas, de escribir notas, de averiguar toda la información que luego incluiré en las guías de viaje, e incluso de ir a lugares a los que no iría si no fuera por mi blog.
Para mí, esta es la peor parte de los blogs de viajes y creo que, como creador de vídeos, la cantidad de trabajo que conlleva es aún mayor, pero mucho mayor, ya que tienes que estar constantemente grabando y documentando tu viaje.
Sinceramente, no disfruto creando vídeos.
Cuando viajé al Cuerno de África, visitando Eritrea, Somalilandia y Etiopía, de hecho pensé en hacer vídeos de viajes. Incluso me compré la última cámara GoPro (que por cierto, me la robaron) y tengo un montón de clips esperando a ser editados, sobre todo del primer mes del viaje, porque cuantos más días viajaba, menos motivación tenía para grabar.
He tratado de revisar todos esos vídeos muchas, muchas veces, pero nunca he encontrado tiempo para editarlos.
La semana pasada también intenté montar algunos clips del día que monté en el Tren del Hierro en Mauritania, pero es una tarea que inevitablemente pasó a mi lista de cosas pendientes, sobre todo porque apenas sé usar Final Cut Pro, y creo que necesitaría semanas para aprender a usarlo, y el problema es que no tengo ni tiempo ni motivación para hacerlo.
Lo intentaré 🙂 porque la verdad es que sería genial tener unos cuantos vídeos para complementar mis artículos.
El vlogging puede ser un negocio muy lucrativo, pero también lo pueden ser el blogging y muchos otros proyectos relacionados.
De hecho, aunque mi plan a corto plazo sigue siendo mejorar y crear más y más contenido para Against the Compass, quiero empezar a organizar mis propios tours.
Este nuevo proyecto, que estará directamente unido al blog, se llama EXPEDICIONES Against the Compass, y nuestra primera EXPEDICIÓN va a ser a Kurdistán, en mayo de 2021.
Con el tiempo, me gustaría montar mi propia empresa de viajes, pero el proyecto está todavía en una fase muy embrionaria, y las próximas expediciones son solo pruebas.
Esto es algo que realmente me motiva y me hace muy feliz, la razón por la que hoy en día no tengo como ambición crear un canal de YouTube.
Este artículo era una simple opinión, y todos esos motivos están directamente relacionados con mi personalidad y mis objetivos personales, que pueden diferir de los tuyos.
El vlogging es una forma increíble de documentar tus viajes, al igual que el blogging, y solo siento respeto por los creadores de vídeo talentosos.
Desde Siria a Pakistán, Against the Compass está finalmente organizando expediciones a los destinos más epicos.
Tenemos expediciones programadas durante todo el año.
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